Con dos metros de alto, y un cuerpo robusto, alzó sus dos cabezas al lugar de donde había descendido y pronunciando las siguientes palabras, inició el poblamiento de aquel Monte una vez desolado:
“¡Ábrase el cielo y venid poblar al mundo, seres magistrales, ustedes serán los primeros humanos en habitar este lugar! ¡Venid! En nombre de todos los dioses, os declaro pobladores de este inmaculado reino”
Y fue así como un centauro, instauró el crecimiento del Monte Roraima, convirtiéndolo así, en un lugar próspero y opulento, colmado de tierras fértiles y venturosos paisajes.